Arma y tortura

Must Try

Me encontraba yo un buen día leyendo un libro titulado “Hágase el rock & roll”: una muy lograda biografía sobre AC/DC. Inmerso y apasionado en la lectura encuentro un fragmento que hizo que mi percepción del mundo y la música cambiasen de manera permanente. Aquí adjunto el texto:

” En aquellos días tuvo lugar una anécdota curiosa, un hecho en el que los AC/DC aportaron cierta artillería sonora. El dictador de Panamá, el general Noriega, se coló en la embajada del Vaticano de la propia ciudad de Panamá para escapar de los militares norteamericanos (año 1989). Los helicópteros y los tanques hicieron sonar a todo volumen grabaciones de los AC/DC y otras bandas de hard rock y heavy metal en el recinto las 24 horas del día. Fue un intento de hacerle salir, o al menos de darle una dosis brutal de falta de useño. <Nos complació ser útiles>, comentó Brian Johnson, vocalista actual de los AC/DC, en la revista musical “Hot Press” en octubre de 1990.”

No pretendo hacer una crítica sobre el gigante americano, ni hacer ninguna reivindicación de los derechos del hombre, más propia de Amnistía Internacional. Mi único fin es realizar un pequeño esbozo sobre la taxonomía y curiosidades del, ya de por sí, complejo tema. Si debo hacer reivindicación alguna no haré otra que la que haría cualquier aficionado a la música. Siempre he pensado que ésta era utilizada para conseguir establecer una armonía entre el cuerpo y el alma, entre nosotros y el mundo exterior, entre los intépretes y los oyentes, entre nuestra mente y nuestros sentidos y también con nuestros sentimientos más profundos y oscuros. Me apena que ciertas personas, Estados o instituciones puedan llegar a convertir la música en algo odiado, en algo que molesta, que te priva del sueño y merma tu capacidad de determinación, además de romper la voluntad de las personas. Durante toda mi vida he pensado que el mayor daño que se le ha hecho a la música viene de discográficas, buitres en forma de productores o programas como la MTV o los 40 Principales. Más quisiéramos.

Tras aquel incidente la música ha sido utilizada como arma de guerra en incontables ocasiones: Irak , Afganistán, o incluso entre los presos de Guantánamo y la guerra contra el terror.

Ambientando la batalla.

Sabiendo que en ocasiones la música es utilizada como arma no letal o incluso como tortura; debemos conocer también que, aunque la operación contra el dictador panameño Manuel Noriega es el más sonado e “intuible” primerizo uso de la música para tal fin, hay que remontarse hasta el año 202 a.C. para conocer la primera ocasión en la que la música fue utilizada de tal inhumana manera.

El lugar, China. Dicho año acogió uno de los enfrentamientos más sonados de su historia. Los Chu y los Hang decidieron en una sangrienta contienda qué dinastía poseería el trono de China. Secuestros, violaciones. Saqueo y pillaje. Con la dinastía Chu llevando la iniciativa debido a sus mayores recursos, los Hang optaron por las emboscadas, ya que la situación así lo requería. Fue entonces cuando el comandante de la dinastía Hang ideó dos originales tácticas. La primera consistía en una serie de trampas que produjeron bajas cuantiosas; la segunda, en obligar a los prisioneros Chu a entonar canciones folklóricas que les recordaran a sus compatriotas sus hogares y familias para desmoralizarlos todavía más. Según cuentan las crónicas, el hecho de escuchar dichas canciones endémicas sumado a ver a sus semejantes caer con la cara en el barro hizo que las guarniciones se sintiesen profundamente abatidas. Los Chu, viendo la debacle de sus soldados, además del suicidio de la hija del monarca, no tuvieron otra opción que ceder. Terminando así su hegemonía, comenzaba el reinado de la familia Hang, que gobernaría por más de cuatrocientos años.

También me viene a la mente la bien conocida Batalla de Valencia en el Cantar del Mio Cid:

“Abrieron las puertas, afuera salen ya;

los ven las avanzadas, a sus huestes van a avisar

con qué prisa los moros se comienzan a armar;

ante el ruido de los tambores en el suelo quería quebrar,

vierais armarse a los moros, aprieta entrar en haz!”

Pretendo, con esto, establecer una comparativa: en la primera anécdota observamos que utilizan la música en calidad de arma, con el fin de consternar a las tropas enemigas; mientras que en el caso de la Reconquista, además de ello, la idea principal era alentar un espíritu evocador o sagrado.

Lo que si está claro es que en este caso, al igual que en los anteriores, se encuentra patente el uso de la música para propiciar un cambio en los individuos, sus pensamientos, acciones y conductas en general. Observamos que la música para nuestra mente no son más que estímulos, y en función de la situación que acompañe esos estímulos o su posible refuerzo observaremos un comportamiento u otro. También depende, claro está, del estímulo a ofrecer (no es lo mismo escuchar música dura, potente y con un tempo acelerado que escuchar música ambiental), así como el organismo que lo asimile (hay a quien le agrada el death metal, en cambio a otros les horroriza).

Flamante tecnología americana.

En noviembre de 1998 la ya desaparecida Synetics Corporation produjo, con el apoyo logístico de los Estados Unidos, un rayo de alta precisión de infrasonido que puede producir daños incapacitantes e incluso letales. Al año siguiente la compañía Maxwell Tecnologies patentó el Hipersonic Sound System, utilizado para controlar multitudes hostiles y también para neutralizar secuestradores. Ese mismo año Primex Phisics International patentó el Acoustic Blaster, que produce ondas de impulsos repetitivas para aplicaciones antipersona; también patentó el Generador Acústico de Descarga de Arco Secuencial que produce ondas de sonido impulsivo de alta intensidad por medios puramente eléctricos.

Parece ser que ninguna de estas armas ha sido utilizada en combate, es decir, una guerra. Todas estas armas han sido sustituidas por un mecanismo diseñado por la American Technology Corporation. Se trata del sistema denominado LRAD (Long Range Acoustic Device). En su origen fue diseñado para la llamada de barcos, para la ejecución de comandos de combate o el control de muchedumbres.

Sus orígenes y desarrollo estuvieron a cargo del Pentágono de los EEUU después del ataque al navío USS Cole en el año 2000. Uno de sus primeros usos fue en la segunda guerra de Irak. Su utilización en contra de los piratas somalís en el año 2005 se comunicó mundialmente en la prensa como un éxito que demostró su potencial para resolver situaciones violentas y peligrosas sin la necesidad de aplicar armas de fuego. El LRAD es utilizado por los policías en Nueva York, Nueva Orleans, Tblisi (Georgia) o Santiago de Chile para la dispersión y el control de las masas. Diversas empresas también instalaron el LRAD como sistema de seguridad con el fin de proteger su propiedad.

Una característica de las armas no letales es que no provocan un daño permanente en las personas que estuvieron expuestas a dicha arma. Organizaciones de derechos humanos y diversos otorrinos manifiestan objeciones en contra de esa evaluación. El National Institute of Deafness and other Communication Disorders afirma que cualquier volumen encima de 90 db puede causar daños permanentes, independiente de que se use el LRAD tanto como para comunicar mensajes como para emitir un tono agudo. Expone a sus víctimas a unos níveles de presión que provocan daños permanentes en el oído y pérdida temporal de la vista. Así, se puede decir que el LRAD no entraría en la categoría de armas no letales ya que según ciertos expertos si provocaría daños permanentes en las personas expuestas. Se propone también darles una nueva clasificación a otras armas consideradas “no letales” por “armas menos letales”. Dentro de este último grupo entrarían las bombas lacrimógenas y carros lanza-aguas.

En marzo de 2006, multitud de sistemas LRAD fueron vendidos a la fuerza naval y los Guarda Costas, a las fuerzas armadas de los Estados Unidos para uso en unidades PsyOps (Operacíon Psicológica) y a multitud de cuerpos de policía de diferentes estados y ciudades de de todo el país. Estos sistemas fueron los utilizados en la operación de la toma de la ciudad de Fallujah en Noviembre del año 2004. La operación consistió en el bombardeo acústico de la ciudad con música a todo volumen. Fueron utilizadas canciones de los ya mencionados AC/DC, igual que en la operación de captura del dictador panameño Manuel Noriega. Los temas elegidos fueron “Hell´s Bells” “Shoot to Thrill”, ambos procedentes de su mayor álbum, “Back in Black”.

Como podemos ver, en este tipo de casos, la música reproducida no es relevante, así como sí lo es el volumen de sonido al que se exponga. Los daños, irreversibles o no, cambios de conducta o de comportamientos son condicionados por los altos decibelios a los que se reproduce la música o el tono tan irritante que reproduce el LRAD. Se podría decir que la música elegida para la operación se encuentra más relacionada con el espíritu creativo y originalidad con la que los agentes de la compañía PsyOps llevan a cabo su trabajo.

Martes, 20 de Mayo del año 2003.

La BBC publica una noticia en la que afirma que los Estados Unidos están utilizando canciones de Barrio Sésamo, de Barney, el dinosaurio morado y demás celebridades infantiles americanas para quebrar la voluntad de los presos detenidos en Irak y ciertos prisioneros relacionados con el terrorismo de Al-Qaeda. Tampoco se privaron de ponerles unos buenos temas de trash metal, concretamente “Enter Sandman” de Metallica. Según unidades PsyOps, ésas utilizan la música como medio de privación del sueño mediante la reproducción de música que resulta culturalmente ofensiva para ellos, y además a unos volúmenes exageradamente altos. El sargento Mark Hadsell, de los PsyOps, declara para Newsweek: “No pueden soportarlo. Si lo reproduces durante 24 horas el cerebro y las funciones del cuerpo comienzan a fallar, su tren de pensamiento se ralentiza y su voluntad se rompe. Ahí fue cuando llegamos a hablar con ellos.”

La edición del 12 de Junio de 2005 de la revista Time incluyó una historia basada en las declaraciones de Mohammed Al-Qhatani tras sus tres meses de estancia en Guantánamo. Los interrogatorios al reo se realizaban a media noche, y cada vez que comenzaba a quedaese dormido era despertado o bien con agua fría o con música de Christina Aguilera a todo trapo.

En diciembre de ese mismo año Human Rights Watch publicó una serie de declaraciones de ciertos expresos de Afganistan. Muchos de ellos afirmaron haberse encontrado en situaciones en las que, en la oscuridad, eran obligados a escuchar una música que ellos mismos describieron como “insoportablemente dura”, “infiel” u “occidental”. Esa misma publicación incluía las palabras de un antiguo recluso de Guantánamo llamado Benyan Mohammed, el cual fue obligado a escuchar canciones de rap americano; mayormente de Eminem y Dr. Dre.

Observamos que en estos tres casos, además del alto volumen de sonido, es de especial relevancia el tipo de música que se reproduce. Es cierto que la clasificación es del todo vaga, ya que se trata de música simplemente occidental, sin atender a ningún tipo de estilo. Al parecer los agentes americanos tenían muy claro que esta gente no iba a soportar dicha música, independientemente del público al que vaya dirigido, porque ni siquiera soportan la música de Barrio Sésamo ni de Los Teletubies.

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