Cómo vivir más años en un estado de salud mental y físico pleno

Cada vez vivimos más y nuestra esperanza de vida no deja de alargarse pero, ¿se alarga también nuestra calidad de vida? Llegar a los ochenta años (y superarlos) con un buen estado de salud, independencia física y mental, así como fortaleza física y ganas de hacer cosas es más complicado de lo que parece.

Aunque la comunidad médica asegura que hay un componente genético que determina tanto nuestras posibilidades de cumplir noventa años como el estado físico en el que alcanzaríamos la novena década, podemos ayudar a nuestro cuerpo a cumplir años en salud.

Uno de los consejos básicos que cualquier médico apunta como indispensable es hacer ejercicio. Es obvio que una persona con ochenta años no va a hacer spinning, pero si desde la juventud se acostumbra al cuerpo a hacer al menos media hora de ejercicio al día, será más fácil llevar una vida activa, dar paseos y ser autónomo físicamente en la vejez.

Darle la gasolina correcta al cuerpo es también importante y su efectividad, sorprendente. Es recomendable seguir la dieta mediterránea, incidiendo sobre todo en la ingesta de pescado fresco, gran cantidad de frutas y verduras diarias y de temporada, así como cereales y legumbres.

Esta dieta aparca el sobrepeso, gran enemigo de la vida adulta, además de que repercute de forma positiva en los niveles de glucosa en sangre y de colesterol, alejando del panorama una posible patología cardiovascular o la diabetes, por ejemplo.

Cuidar el sueño es otra de las partes importantes del plan de vivir más y mejor. Hay que dormir lo que el cuerpo necesita, adaptando las horas al ritmo solar (si es posible), ni alargando ni acortando su duración en exceso. Un pequeño descanso tras la comida es tan agradable como eficaz para acometer tareas antes de la cena.

Llevar una vida relajada, alejando el estrés y la ansiedad, prolongarán tu vida tanto como una buena alimentación. Está demostrado que quien es positivo y se enfrenta con energía a los retos diarios de la vida vive más, no sufre patologías coronarias y no fabrica radicales libres, que surgen tanto del estrés como de la ansiedad y de hábitos como el tabaco o el alcohol, entre otras cosas.

Ser humilde y saber perdonar, alejando el rencor y los enfados, ayudan también a vivir más y mejor. Pero no solo en lo que tiene que ver con los demás, también con uno mismo. Conectar con nuestras propias necesidades, examinarlas, perdonarnos por el daño que nos provocamos a veces, siendo claros con nosotros mismos, nos permite llevar una existencia más tranquila, sin remordimientos, enfocada a la felicidad.

Aprovechar la llegada de la jubilación para entregarse a los hobbies es beneficioso tanto físicamente como mentalmente. Por una parte, nos mantiene en movimiento, alejándonos de la vida sedentaria, sobre todo si las aficiones se desarrollan al aire libre o tienen que ver con los animales y la naturaleza.

Por otra, sentir que tenemos algo que hacer en la vida, algo a lo que dedicar nuestras mejores horas, que a su vez puede ser útil, mantiene nuestra mente ocupada, feliz y enfocada en el disfrute. Nos alejamos del sedentarismo, de la sensación de madurez inútil y nos permite disfrutar más de la familia y de nuestra pareja,

Son todo trucos sencillos, que cuesta poco intentar adaptarlos a la vida diaria pero que provocan un bienestar proporcionalmente mayor para vivir más, mejor y siendo felices.