La intolerancia a los lácteos aparece cuando el organismo es incapaz de digerir la lactosa, el azúcar de la leche y derivados, ya que posee una escasa cantidad de lactasa, la encima necesaria para esta función.
Por eso es que al ingerir este tipo de alimentos se presentan varias molestias como distensión abdominal, gases, náuseas, vómitos, diarreas y dolores.
Si bien esta afección puede deberse a diversas causas, en el caso de las personas celíacas se genera por la característica atrofia en las vellosidades del intestino delgado.
Una vez que se da el diagnóstico certero de EC los médicos recomiendan que el paciente se abstenga temporalmente de consumir productos con lactosa, pero esto depende de cada caso en particular.
Si la intolerancia es parcial puede que la persona soporte sin problemas una pequeña cantidad de leche, yogures y quesos. En el caso de que sea total el enfermo debe compensar la falta de nutrientes que conlleva una dieta sin lactosa con otros alimentos ricos en calcio y suplementos vitamínicos.
Como el calcio es un mineral necesario para el metabolismo óseo y el correcto crecimiento hay que incorporar alimentos que compensen esta ausencia como ser:
- Pescados de mar como el salmón y la sardina, lenguado o besugo (frescos o enlatados y libres de gluten)
- frutos de mar: berberechos al natural, mejillones, gambas, camarones, etc.
- Vegetales: brócoli, nabos , judías, repollo, espinacas, acelga, berro, cebolla, cardo.
- Almendras
- Soja y derivados
Siempre es recomendable que los celíacos además de verificar la ausencia de gluten en los productos alimenticios también corroboren si contienen o no lactosa.
