No siempre. Hay situaciones en las que los resultados no son los esperados. Estos fracasos tienen siempre una explicación racional y muchos de ellos pueden prevenirse. Algunas várices deben operarse y no esclerosarse, esto en función del tamaño y origen.
Es frecuente que después de iniciar la primera sesión de escleroterapia, el paciente no vuelva a la siguiente cita por múltiples razones; al principio, el sujeto cree que el tratamiento no servirá. Al ver que en los primeros 10 días el sitio tratado se ve en apariencia más afectado que al principio de la terapéutica, el individuo abandona entonces las siguientes citas; transcurridos uno o dos meses, se da cuenta del resultado que se obtuvo con tan sólo una sesión y entonces nuevamente regresa para reiniciar las sesiones previstas.
Hay también várices esclerorresistentes. Cualquiera que sea el producto utilizado, el efecto es nulo. Por lo general, éstas son várices rectilíneas en personas de gran talla. Se piensa que se deben a una gran fuerza de la sangre, la cual impide que el medicamento actúe, ya que éste se diluye muy rápido con el flujo sanguíneo.
A propósito, y aquí la importancia de evaluar el resultado de la primera sesión; una persona tal vez necesite cantidades mínimas de esclerosante para tratar una gran cantidad de várices y, al contrario, hay pacientes en los que habrá de utilizarse grandes cantidades de producto para obtener resultados regulares.
Para que quede muy claro, las varículas o várices de pequeño calibre, sensibles a tratamiento con sustancias esclerosantes, no desaparecen siempre al 100%; tampoco es justo pensar que una vez recibida la terapéutica, nunca más volverán a salir otras várices. Ya se mencionó: ellas volverán, por supuesto no las mismas, pero sí otras que de cualquier manera habrían de aparecer. Esto se debe sobre todo a efectos hormonales.
Ser persistentes en el tratamiento, siguiendo pequeños y útiles consejos, mantener una rutina de ejercicios, conservar una dieta adecuada, así como efectuar una valoración hormonal cada año aunada a una exploración ginecológica generarán, sin duda, un buen funcionamiento venoso en las piernas. Tener una lucha constante contra las várices que van apareciendo mediante sesiones de esclerosis por lo menos una vez al año, efectuada con toda seriedad y con toda la seguridad posible, hará sentirse y verse bien al paciente.
Consejos importantes incluyen acudir a un especialista, consultar sobre el caso en particular y tratar de encontrar respuestas satisfactorias a todas las preguntas. Por supuesto, ojalá haya sido posible trasmitir algunas de las inquietudes de la práctica médica diaria, y que todas estas preguntas y respuestas ayuden a comprender mejor lo que parecería un complejo problema: el de las várices y su tratamiento con sustancias esclerosantes.