La celiaquía refractaria

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La EC ocasiona en la persona afectada una atrofia en las vellosidades del intestino delgado lo que desencadena en una malabsorción de nutrientes, pero una vez diagnosticada y comenzado el tratamiento que se basa en una alimentación libre de gluten (avena, cebada, centeno, trigo, kamut, espelta, tritlicae y derivados) las lesiones y la sintomatología desaparecen.

Si bien, al hacer esto casi todos los enfermos de EC presentan una notoria mejoría y la consecuente normalización de la mucosa intestinal, pero queda un remanente de entre el 5 y el 30% de los casos en que no la experimentan, lo que se considera como una reacción atípica denominada enfermedad celíaca refractaria.

En este caso, como primer medida, se debe confirmar que la persona enferma no haya hecho ninguna transgresión en la dieta ya que la mayoría de los pacientes cuando empiezan con el tratamiento caen en la tentación e ingieren algún alimento prohibido lo que impide la remisión clínica de la enfermedad.

Por otra parte es importante corroborar que el diagnóstico sea acertado ya que existen otras afecciones como el sprue tropical o la enteropatía autoinmune que generan las mismas lesiones intestinales pero que no se controlan con una alimentación sin gluten.

Existen casos en los que las personas enfermas no respondieron al tratamiento porque habían desarrollado un adenocarcinoma intestinal, afección íntimamente ligada a la enfermedad celíaca, por lo cual se recomienda realizar los estudios correspondientes. Los síntomas comunes que dan un indicio sobre la posible presencia de esta afección son pérdida de peso, fuertes dolores abdominales, fiebre y sudoración nocturna.

Lamentablemente las expectativas de quienes padecen este tipo de EC no son buenas ya que presentan una supervivencia media del 50% a los 5 años del diagnóstico debido a la poderosa predisposición a desarrollar procesos neoformativos, como el linfoma intestinal y la presencia de infecciones comcomitantes.

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