El origen más común de la diarrea es la infección viral que desaparece espontáneamente en unos cuantos días, y no es raro que se presente en varios miembros de una familia, escuela o estancia infantil, al mismo tiempo.
Al abordar el tema de la diarrea es importante señalar que los gérmenes específicos que la causan varían entre las regiones geográficas y dependen del nivel de sanidad que cada país, estado y localidad tenga.
El rotavirus es uno de los virus que causa diarrea acuosa durante el invierno o los primeros meses de la primavera. Durante el verano, son los enterovirus los principales responsables de los cuadros de diarrea. Además, numerosas bacterias (como Salmonella, Shigella y E.coli) y parásitos (como Giardia y la amiba) también pueden ocasionarla, cuando se consumen alimentos o agua contaminada. Es importante señalar que las infecciones que originan diarrea pueden ser contagiosas.
Otros tipos frecuentes incluyen la diarrea del viajero, también el uso de algunos medicamentos, como antibióticos y laxantes, fármacos empleados en el tratamiento del cáncer entre otros, pueden producirla. Asimismo, la intolerancia a la lactosa, enfermedades intestinales inflamatorias como la colitis ulcerativa, el llamado colon irritable o colitis llegan a provocar diarrea, en su variedad crónica. Las personas con diarrea presentan cambios intestinales que provocan la evacuación de heces más blandas de lo normal, pudiendo llegar a ser acuosas y frecuentes. Al estar presente durante más de cuatro semanas se considera diarrea crónica.
La mayoría de las veces, la diarrea en adultos sanos es leve y no causa mayor problema, pero en niños menores de cinco años y en personas de edad avanzada hay que ser muy cuidadosos.
¿Qué hacer?
Los niños con gastroenteritis viral pueden presentar fiebre y vómito, que acompañan a la diarrea acuosa; en los casos de origen bacteriana el cuadro suele iniciarse con dolor de estómago e inflamación en el abdomen, seguido de diarrea acompañada de escalofríos, fiebre, nausea, vómito y pérdida del apetito.
El tratamiento de todo cuadro diarreico comienza con la primera evacuación alterada, no después. Los sujetos con gastroenteritis leve que no están deshidratados deben continuar comiendo en forma normal, pero tienen que ingerir una mayor cantidad de líquidos para recuperar los que han perdido. Se debe hidratar al paciente en pequeñas cantidades con sueros de hidratación oral. En el caso de los bebés, no se recomienda suspender el consumo de la leche.
Se sugiere acudir al médico en caso de que el paciente con diarrea -en especial niños y adultos mayores- no reciba o no tolere la ingesta de líquidos y presente diarrea abundante y evacuaciones frecuentes, o cuando aparezca pus, sangre o moco en las evacuaciones. También si existe vómito de los líquidos (incluso los ofrecidos a cucharaditas), fiebre superior a 38.3 grados, abdomen distendido o aparición de síntomas de deshidratación.
Algunas medidas de prevención son: lavarse las manos con frecuencia, después de ir al baño y antes de comer; utilizar gel antibacterial para las manos; evitar que los niños se lleven objetos a la boca; consumir alimentos bien lavados y cocinados; tomar sólo agua potable o embotellada, y evitar el agua de la llave; mantener limpias las superficies donde se preparan y consumen alimentos; limpiar con frecuencia los baños, etcétera.
Asimismo, se deberán evitar los medicamentos antidiarreicos de venta libre, a menos que el médico haya aconsejado utilizar alguno específicamente.