Es imposible negarlo; en algunos pacientes queda una mancha en el sitio donde se encontraba una vena varicosa, la cual resulta desagradable sobre todo cuando se pretendía más bien un excelente resultado estético.
La manera de prevenir esta mancha se basa en una cuidadosa elección del producto esclerosante y su concentración; esto sin duda requiere de mayor tiempo para que el médico lleve a cabo diferentes pruebas antes de definir la sustancia y la regularidad del tratamiento.
En general, una precipitación por parte del enfermo y del médico es la causa de este desagradable acontecimiento en la práctica de la escleroterapia.
Por otro lado, la exposición al sol de manera prematura así como las condiciones particulares de cada persona hacen también impredecible los riesgos para cada paciente. Es como si alguien preguntara si después de una operación habrá de tener cicatrices “queloides” (cicatrices gruesas). De nuevo, son aspectos ajenos muchas veces al cirujano, aunque mucho tendrán que ver los materiales y lo depurado de la técnica utilizada.
En algunas ocasiones, estas manchas se deben a la presencia de coágulos en la vena esclerosada, pero con la ayuda de una aguja hipodérmica o la punta de un bisturí fino, estos coágulos serán evacuados a la primera oportunidad mediante presión, lo cual a veces resulta doloroso pero aunque no es agradable, sí es necesario.
