Mente y cuerpo

Must Try

Los pensamientos positivos potencian emociones positivas como la alegría, el anhelo, la felicidad o la ilusión. Y también muchos comportamientos dirigidos a la gratificación y a la resolución de problemas. Se ha demostrado que quienes gozan de estas emociones incrementan su nivel de salud e incluso su esperanza de vida, hablando de hasta 10 años de diferencia.

¿Estáis de acuerdo conmigo en que una mirada positiva hacia la vida nos puede ayudar a enfrentar los problemas diarios de mejor manera? Para quienes no estén de acuerdo por experiencia  propia quizás les ayude saber que varios estudios realizados por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard han demostrado que las emociones positivas pueden ayudar en momentos de estrés y que la sonrisa puede afectar a las emociones.  Sin embargo, éste no es el único beneficio de ser más optimistas, sino que la preponderancia de los pensamientos positivos también tiene importantes efectos sobre la salud.  Piensa en una persona positiva de tu entorno,… ¿La imagen que te viene a la mente no es de una persona saludable? Probablemente así sea, ya que una actitud positiva puede prevenir el desarrollo de enfermedades como depresión, estrés, insomnio, niveles inadecuados de colesterol y anorexia. Es decir, ver el mundo desde una perspectiva positiva y enfrentar los conflictos siempre con la convicción de que se podrán resolver es bueno para nuestro cuerpo y en especial para el corazón. En este sentido, los mismos estudios citados anteriormente revelan que las personas positivas tienen menos riesgo de padecer problemas cardíacos que aquellos que se preocupan demasiado. Y es que para nadie es un secreto el vínculo que existe entre nuestros hábitos y emociones y el corazón, o si no, ¿a raíz de qué hemos  asociado su silueta a los sentimientos? No es por nada que el icono de un corazón roto simboliza tristeza mientras que uno redondo y rojo representa al amor en su más pura expresión.

El proceso químico  del pensamiento

Nuestros pensamientos  generan sentimientos y emociones, que desatan una serie de reacciones bioquímicas en el cerebro, es decir, producen sustancias que entran al torrente sanguíneo y, que en muchos casos, generan malestares o enfermedades. ¿Y por qué sucede esto? Porque cuando pensamos en negativo y generamos emociones como el  resentimiento, el enojo, la ansiedad, la envidia o los celos,  producimos cortisol en exceso, una hormona que es liberada como respuesta al estrés y actúa para restablecer el equilibrio; sin embargo, la secreción prolongada de cortisol motivada por el estrés crónico, da lugar a importantes cambios fisiológicos, entre ellos, afecta el sistema inmunológico y se registra un mayor desgaste del sistema óseo. Por ello, quienes viven con estrés, ansiedad, depresión y negatividad aumentan en un porcentaje considerable el riesgo a sufrir cualquier tipo de enfermedad y, especialmente, del corazón.

Ser positivo no sólo nos ayuda a ver la realidad con un color diferente sino que también disminuye la tensión, agudiza nuestra eficacia a la hora de enfrentar y resolver problemas y, sobre todo, nos permite vivir mucho más plenamente en todos los aspectos. Ambas corrientes, la positiva y la negativa navegan juntas a nuestro alrededor y depende de nosotras el que demos cabida a una o a otra. Por lo tanto, para gozar de  una buena salud global debes cuidarte físicamente, pero no desdeñes tus pensamientos; obsérvalos,  cuestiona los negativos y reemplázalos por otros que te abran puertas. Porque ¿dónde está escrito que tú no puedes superar cualquier cosa que la vida te traiga?

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