A veces vamos andando, conduciendo, en bici …, y cuando llegamos al destino no sabemos cómo hemos llegado.
Otra vez, ¡hemos puesto el automático!
Esto no solo no nos permite disfrutar de lo que hacemos, si no que puede ocasionarnos un serio accidente.
Probablemente te ha pasado más de una vez que terminas de comer, de merendar, de cenar, y ha pasado tan rápido, has sido tan poco consciente de lo que hacías que ni siquiera has podido disfrutar de los olores, de los sabores, de las texturas.
Más que comer, engullimos, y no te digo nada si encima lo hacemos de pie y en cualquier sitio.
Nuestro día a día, tiene incorporadas muchas rutinas de las que apenas nos enteramos: nos levantamos, abrimos las ventanas, nos duchamos, desayunamos, nos vestimos, arreglamos la casa, nos dirigimos al trabajo, a la escuela, a la compra …etc., y así hasta que caemos rendidos en la cama.
¿Somos realmente conscientes de los olores, de los sabores, de las texturas, de los sonidos, de lo que vemos, en las tareas que vamos llevando a cabo a lo largo del día? ¿o solo sentimos y apreciamos lo que nos llama mucho la atención y rompe de golpe nuestros pensamientos?, un pitido fuerte, un olor desagradable … etc.
¿Eres capaz de pasear y ser capaz de disfrutar del aire en tu piel, del olor de las mañanas, del árbol que ha florecido en la esquina? …
Mientras escuchamos a nuestra mente que no para, se nos pasan desapercibidos detalles maravillosos del día a día que nos hacen sentir vivos/as. Se nos pasan las horas, se nos pasan los días, los meses, los años, se nos pasa la vida.
El Mindfulness, mediante la práctica diaria, nos entrena a poner la atención a propósito, en lo que estamos haciendo en ese momento, para que la cabeza descanse de preocupaciones y pensamientos recurrentes.
Un ejemplo muy fácil de entender y practicar: imagínate que estás fregando los platos como cada día, con el automático puesto. De pronto te das cuenta del pensamiento que ronda tu cabeza. En ese momento puedes poner en marcha los sentidos: mira el color del objeto que está entre tus manos (vista), escucha el sonido que hace mientras lo friegas, lo pones en el lavaplatos … (oído), siente el detergente en tus manos, en tu piel (tacto), ¿cómo huele? … (olfato) y, por último, saborea (gusto). No hace falta que comas ni bebas nada, saborea tu propia saliva, pero pon la atención en tus sentidos.
Hay muchos, muchos momentos de nuestro día en los que podemos aplicar sencillas técnicas que nos sacarán de esos pensamientos recurrentes y nos harán más conscientes del momento en que vivimos. Como dicen los “gurús” del tema, serás consciente del “aquí y el ahora”.
Unas son más sencillas que otras, pero todas puedes aprenderlas y entrenarlas.
A través de los entornos de Realidad Virtual para personas de todas las edades, las técnicas de Mindfulness se pueden aprender y entrenar fácilmente y de forma muy cómoda y agradable. Incluso si no puedes salir de casa o del hospital.
La idea es entrenarlo a través de la Realidad Virtual para después generalizarlo a tu día a día.
No es magia, no es milagroso, requiere como todo, motivación y constancia, y por supuesto depende de las ganas que cada persona tengamos de hacer cosas que mejoren nuestro bienestar. Lo que es obvio es que funciona.
