Te quiero hacer algunas preguntas.
- ¿Cómo te sientes mientras estás leyendo esto?
- ¿Cómo te sientes?
- ¿Dormiste bien ayer? ¿Te sientes cansado? ¿Deprimido? ¿Con cambios de humor repentinos? ¿Tal vez tienes ansiedad?
- ¿Necesitas el cafecito mañanero para poder despertar y quizá una copa de vino en la noche, para poder relajarte?
- ¿Te sientes frustrado por olvidar el nombre de las personas, o dónde pusiste las llaves?
Si respondiste que sí a una o varias de las preguntas, no estás solo. De hecho, está comprobado que el número de pacientes con padecimientos cerebrales (todos), va en aumento.
Tienes que saber algo:
Podría ser que tus papás o tu ex (o los dos) no hayan tenido la culpa de que te sientas así.
No tienes necesariamente un problema psicológico o psiquiátrico. La raíz, podría estar en tu intestino grueso.
La serotonina, dopamina, GABA y acetilcolina, son neurotransmisores encargados de llevar mensajes entre una neurona y otra. Básicamente, tienes dentro de tu cerebro porristas, conferencistas motivacionales, geniecitos que te ayudan a recordar información y maestros zen, que te ayudan a relajarte. La cantidad de estas “personitas” (vamos a llamarlos así), influye directamente en cómo te sientes y ¿qué crees?
Que una parte importante en el proceso de su producción, está en tu intestino.
Tu alimentación, influye directamente en tus procesos mentales por esta situación, pero cuando en lugar de encontrar la causa de tu depresión, insomnio o ansiedad, te dan medicamentos para tapar los síntomas… se vuelve una bola de nieve muy difícil de detener.
La depresión es una enfermedad inflamatoria y cada vez hay más evidencia científica de que empieza en el intestino y no en eventos traumáticos. Se ha encontrado que la mayoría de las personas con depresión por ejemplo, padecen de un intestino permeable, al igual que las personas con Alzheimer’s.
Claro que todo cuenta, todo suma, pero las alergias y sensibilidades alimentarias, pueden envenenar tu cuerpo, por lo tanto tu cerebro y como consecuencia, ¡tus pensamientos y actitudes!.
La dopamina, es tu porrista interno. Tu habilidad para querer hacer cosas, sentirte emocionado por realizarlas y tu capacidad para esforzarte y lograr tus objetivos, está relacionado con este neurotransmisor y se han encontrado niveles bajos de dopamina, en las personas que tienen problemas para terminar lo que empiezan.
Las personas con bajos niveles de serotonina, tu conferencista motivacional interno, son personas que no pueden encontrarle el lado bonito a la vida y siempre tienen alguna queja, no se alegran con nada y no necesariamente están deprimidas, simplemente ya no sienten entusiasmo por lo que normalmente les alegraba o emocionaba.
La ansiedad o el estrés mental, están relacionados con el neurotransmisor GABA: tu maestro zen, mientras que la habilidad para recordar personas o eventos y memorizar, se relaciona con la acetilcolina, tu geniecito.
Toda la vida, hemos escuchado que tenemos que controlar nuestros pensamientos, en lugar de que ellos nos controlen a nosotros, que tenemos que ser positivos, que todo está en nuestra fuerza de voluntad, por lo que hay que ejercitarla y que si estamos tristes, es porque estamos poniendo nuestro enfoque en el pasado o el futuro, o le estamos dando nuestro poder, a otra persona, situación u objeto.
Y por supuesto que estoy de acuerdo, pero cuando tu estilo de vida, no te ayuda en la producción ni calidad de estos neurotransmisores, entonces tenemos un problema mucho más profundo que el que se resuelve con la meditación.
Somos seres holísticos, todo suma o resta para todo.
No es un secreto que nuestra mente es impresionante e increíblemente poderosa y que estas técnicas funcionan, yo misma me beneficio todos los días con los efectos positivos de la meditación, pero hay muchos factores externos que pueden estar afectando a tu cerebro, e impidiéndole que destapes y utilices su potencial.
La mejor forma de hacer cambios, es mejorando tu alimentación, hidratación, reduciendo tu exposición a toxinas, implementando técnicas de relajación como la meditación, yoga o técnicas de respiración, durmiendo mejor y tomando suplementos alimenticios de buena calidad.
Hacer ejercicio, es el proceso de liberación de dopamina por excelencia, por lo que es un excelente primer paso.
Todo esto, forma parte de la salud integral y es fundamental, para mejorar tu salud intestinal y en última instancia, de todo tu cuerpo y aunque no hay una formula mágica, ni una cirugía milagrosa, sí puedes tomar acción e ir implementando algunos de estos pasos, a lo largo de tus días.
Sinceramente, te recomiendo que te tomes de la mano de un profesional experimentado como un médico funcional si ya tienes un problema de salud y/o dependencia a algún medicamento.
También te recomiendo acudir con algún Health Coach experimentado, si buscas mejorar tu estilo de vida y prevenir enfermedades.
Busca profesionales con los que sientas empatía y te identifiques, para que el proceso sea todavía más divertido y no tengas miedo. Estamos entrenados para hacer cambios paulatinos para que el proceso sea más una aventura, que una experiencia incómoda.
Así que ya sabes y me encanta darte buenas noticias: si conoces a alguien con estos problemas, o tu mismo te sientes así, sí hay solución y no tienes que seguir viviendo así.
Somos seres sumamente adaptables, podemos vivir con muchos padecimientos y “neutralizarlos”, pero no mereces vivir así. Estamos destinados a crecer y ser felices.
Sé sincero contigo mismo y observa con detenimiento tu cuerpo.
- ¿Tiene lo que necesita?
- ¿Le duele algo?
- ¿Está bien?
Ámalo, cuídalo, agradécele y velo como tu amigo: con admiración y respeto.
Así será más fácil, que fomentes su salud y le des esa fuerza, que lo ayude a llevarte a donde quieras.
Que tu exterior, refleje la luz de tu interior