Las relaciones de pareja pueden ser una de las principales fuentes de bienestar y satisfacción en la vida de las personas, pero en ocasiones también pueden convertirse en fuente de conflicto, crisis y malestar. Cuando la pareja ha intentado encontrar soluciones sin resultado, es muy recomendable pedir ayuda a un profesional especializado.
En este tipo de psicoterapia se trabaja con uno de los miembros de la pareja o con ambos, creando un espacio de reflexión, confianza y comunicación que les permita reconocer y afrontar sus dificultades. Para que la intervención resulte exitosa es fundamental la motivación hacia el cambio.
Las formas de interactuar con la pareja son aprendidas y se van construyendo día a día, por lo que pueden aprenderse nuevas formas que ayuden a mejorar la relación, reduciendo los intercambios y situaciones negativas y logrando un equilibrio que fomente el respeto mutuo, aumentando los intercambios y situaciones positivas.
Los motivos de consulta en este ámbito pueden ser muy variados: infidelidad, insatisfacción con la relación, dificultades sexuales, problemas de comunicación, maltrato, separación inminente, etc.
Intervención en familias
Cuando la pareja se transforma en familia con la llegada de los hijos se atraviesan distintas etapas a las cuales se tendrá que adaptar, y esto en ocasiones, genera ciertas dificultades.
Las familias que asisten a Terapia Familiar pueden tener múltiples formas: familias nucleares en que los hijos viven con ambos padres, mono parentales, en proceso de separación, familias en donde conviven varias generaciones, padres adoptivos, etc.
En este tipo de terapia, se considera a la familia como un todo en el que cada miembro juega un importante papel. Se trabaja fortaleciendo sus recursos y fomentando la colaboración entre sus miembros en la búsqueda de soluciones para afrontar sus problemas.
Hay muchas razones por las cuales una familia puede buscar ayuda: problemas de conducta de un niño en el colegio; depresión en un adolescente; enfermedad física de algún miembro; momentos difíciles en su ciclo vital como separación de los padres; dificultad de los padres para enfrentar la adolescencia o la crianza de niños pequeños; convivencia con personas mayores; trastornos de la alimentación; adicciones; pérdida de trabajo de algún miembro de la familia o en ambos, llegada de algún miembro de la familia al hogar, etc.
